Algunas obras teatrales son adaptaciones de textos literarios no dramáticos. Este es el caso de la obra El licenciado vidriera que pertenece a las novelas ejemplares de Cervantes y que hemos visto representada. Si recordáis, una dama se enamora del protagonista, pero él prefiere dedicarse a sus libros en vez de a otros asuntos mundanos como corresponder a su amor. La dama le entrega un membrillo con un hechizo para ablandar su voluntad y provocar que se enamore de ella. Sin embargo, el hechizo tiene un efecto nefasto: el licenciado enloquece y cree que es de vidrio.
En el atuendo de Tomás había un elemento que no sé si os llamó la atención: llevaba un embudo por sombrero. El embudo es uno de los atributos iconográficos tradicionales para representar al loco. Los atributos iconográficos son elementos que acompañan a las imágenes, pueden tener una carga simbólica y permiten que las identifiquemos con más facilidad. Por ejemplo, a San Pedro Apóstol se le representa con unas llaves en la mano porque Cristo le prometió las llaves del cielo, (además es el patrón de los porteros y los conserjes, ¿no os parece curioso?). Lo mismo ocurre con los dioses de la mitología.
Cuando Cervantes describe la locura de Don Quijote lo hace de esta forma:
En resolución, él se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el celebro de manera que vino a perder el juicio.
Y cuando habla de la ignorancia de Sancho lo hace así:
En este tiempo solicitó don Quijote a un labrador vecino suyo, hombre de bien —si es que este título se puede dar al que es pobre —, pero de muy poca sal en la mollera. (mollera = cabeza).
Si buscáis estas expresiones en un diccionario fraseológico moderno, veréis que no aparecen porque actualmente ya no se usan.
En la Edad Media, se creía que los enfermos mentales podían curarse si se sometían a una operación: la extracción de la piedra de la locura. Un cuadro de El Bosco representa esta escena, un personaje con un embudo en la cabeza opera a otro, aunque lo que saca de su cabeza no es una piedra sino una flor. Está acompañado por un clérigo y una monja que lleva un libro cerrado sobre la cabeza, estas figuras se han visto como los símbolos de la superstición y de la ignorancia, de la cual se acusaba al clero. Además, hay unas letras arededor del cuadro y que dicen: “Maestro, quíteme la piedra, me llamo Lubbert Das”. Este nombre se utiliza en Holanda para designar el culmen de la estupidez humana. Si vais al Museo del Prado, no dejéis de ver los curiosos cuadros de El Bosco.